Queridos abigos, después de cerca de un més en el dique seco, con contracturas espalderas y sesiones de fisiterapia incluidas, el Gran Sabata vuelve por sus fueros y, tras machacarse en el magnífico rocódromo de los Treparriscos sorianos, se vuelve a lanzar a la aventura de la escalada.
Y qué aventura!! Primero nos marcamos Pepito y yo (emblemas y estandarte, con Flautita, de los míticos Granotes Trepadores) a encadenar un par de vías en las inmediaciones del embalse de Peñarroya, cerca de las lagunas de Ruidera. Qué de niebla matutina! Qué de pajarracos surcando el cielo! Qué torpones a ratos y qué talento emergiendo en top-rope! En fin, un par de V y un 6ª con la cuerda por delante para desoxidarse las articulaciones y reencontrarse con la naturaleza. Lo mejor de todo, que no nos hicimos daño, aunque por nuestras faces se podría presuponer que los daños son internos.

La Moni se vino y nos hizo el reportaje fotográfico, a parte de dedicarse a pasear embelesada con el paisaje y los cantos de los pajarillos que pueblan la zona. Uno de esos cantos, concretamente un canto rodado, de poco se la lleva por delante. Qué acojono cuando oímos “PIEEEEDRAAA!!” y vimos el pedrusco botar y rebotar ladera abajo.

También contamos con la compañía de Edu, que nos abrió un 6ª precioso que otro día me atreveré a inaugurar; y de Pablo y Javi, ambos friquis sorianos. En total, 7 vías y escalando desde las 12:30 a las 20:30, respirando el aire de la montaña y disfrutando de la roca y la gente.